Un aspecto muy interesante de este libro es la forma tan detallada como el autor describe las tradiciones y costumbres de la comunidad de hombres primitivos. Para empezar eran personas muy vinculadas con los dioses y la religión, para ellos los dioses eran quienes determinaban el destino de los hombres y por lo tanto todos los aspectos de su vida tanto personal como colectiva debían ser consultados primero con las divinidades.
Todos sus dioses eran animales, todas las personas que pertenecían a la comunidad tenían a su propio "guardián" o totem, por ejemplo, el totem de Ayla era el León cavernario; sin embargo, había un dios que estaba por encima de todos los demás que era el Oso cavernario (Ursus).
En cuanto a su organización social, a la cabeza de la sociedad estaba el jefe (Brun) y era él quien tomaba todas las desiciones importantes aunque la mayoría de las veces consultaba a los demás miembros hombres de la tribu.
Así mismo, había una posición muy importante, el Mag-Ur, una especie de mago-brujo, es decir, la conexión entre el clan y los dioses, era quien llevaba a cabo todos los ritos mágicos y por esta razón siempre era consultado para saber que era lo que los dioses opinaban sobre una determinada desición.
La mujer estaba completamente relegada a las actividades domésticas, mientras que los hombres eran quienes cazaban los alimentos y tomaban las desiciones del clan, actividades como cazar o participar en las reuniones importantes (políticas o religiosas) era una falta imperdonable para las mujeres.
Así era la vida del clan hasta la llegada de Ayla, quien va a cuestionar, desafiar y finalmente modificar algunas de las más arraigadas costumbres del clan...
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